El 25 de noviembre de cada año se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. El evento que se originó por manifestaciones en Latinoamérica, se extendió a todo el mundo con el fin de combatir la violencia sistemática que sufren las mujeres
El 25 de noviembre de 1960, las activistas políticas dominicanas Patria, Minerva y María Teresa, conocidas también como las Hermanas Mirabal, fueron secuestradas y asesinadas por los agentes de estado del dictador Rafael Leonidas Trujillo.
La muerte de “Las Mariposas”, su alias, sacudió al pueblo latinoamericano. Desde ese día empezaron las manifestaciones, tanto en República Dominicana como en el resto de Latinoamérica, con el fin de combatir la violencia de género.
No fue sino hasta el año 2000 que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), declaró oficialmente al 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Sin embargo, la fecha ya estaba instaurada informalmente por organizaciones feministas.
Según datos de la ONU, se calcula que en el mundo hubo 87 mil mujeres asesinadas intencionalmente en 2017. De ellas, 50 mil asesinadas a manos de sus familiares o parejas íntimas y 30 mil asesinadas por su pareja actual o una pareja anterior. Ahora, se estima que cada día 137 mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia.
A la fecha, esta realidad no está controlada y erradicada, más bien lo contrario. En lo que va del 2020, y bajo el contexto de pandemia por Covid-19, el número de llamadas a líneas de asistencia se ha quintuplicado en algunos países. Esto se explica por el incremento de violencia que ocurre en los estados de confinamiento y el riesgo que corren mujeres incluso en su propio hogar.
Además, de marzo a junio de 2020, se registraron 1409 femicidios en 19 países de América Latina. Los cuatro primeros meses de la cuarentena por la pandemia de Covid-19. Como indican en Violentadas en cuarentena, Distintas Latitudes.
Hoy se calcula que al menos 155 países han aprobado leyes contra la violencia doméstica, según el Banco Mundial. Sin embargo, aún falta un extenso trabajo de promoción, prevención y fiscalización para velar por el cumplimiento de estas normas. Incluso con ellas instauradas, los números de femicidios y denuncias hechas por mujeres siguen en aumento.
Al 24 de noviembre de 2020, se registraron 35 femicidios consumados y 132 femicidios frustrados en Chile, según el Ministerio de la Mujer. Además, el asesinato de las mujeres repite la característica de estar acompañado de violencia sexual o abuso a las hijas e hijos de estas mujeres.
Según la Ley 21.212, el femicidio “es el asesinato de una mujer ejecutado por quien es o ha sido su cónyuge o conviviente, o con quien tiene o ha tenido un hijo en común, en razón de tener o haber tenido con ella una relación de pareja de carácter sentimental o sexual sin convivencia”. Y si bien con el tiempo se han instaurados otras indicaciones, muchos crímenes contra las mujeres quedan fuera de la estadística.
El movimiento feminista en Chile ha avanzado a pasos agigantados los últimos años. La organización de mujeres ha empujado con fuerza un cambio de paradigma más que necesario. La lucha por la representación de más de la mitad de la población se ha instaurado en las calles, para gritar que las mujeres no somos minoría.
Por esto, hablamos con Érika Montecinos de la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio sobre los problemas de la sociedad machista y heteropatriarcal como también las repercusiones de ella en las mujeres lesbianas y bisexuales. “Hay diversas violencias que viven las mujeres lesbianas y bisexuales. El asesinato, femicidio y lesbicidio es la expresión mas cruel que podemos tener como mujeres y lesbianas. Pero también hay otras vivencias como el acoso callejero y los crímenes de odio” indica.
“Donde más hemos registrado agresiones a la denominada zona roja, que es la quinta región, con muchos crímenes de lesbodio. También esta el tema de la objetivización y como nosotras no estamos visibilizadas como sujetas de derechos, sino como objetos del consumo heterosexual. Es un planteamiento en que nuestros derechos se ven limitados como un objeto sexual”, señala Erika.
Nosotras concordamos con muchas organizaciones feministas, sobre todo con la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, que tiene que ver con un cambio cultural. Creo que las campañas del gobierno no han sido tan asiduas para prevenir. Toda esa pega la han estado haciendo las organizaciones de las mujeres, nuestras organizaciones, para tratar de concientizar y sensibilizar sobre la violencia hacia nosotras.
Además, hablamos con Yoselin Fernández de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres. Nos comentó sobre las percepciones que captan día a día en su trabajo por la eliminación de la violencia contra la mujer. “Tenemos un problema gravísimo de violencia extrema, de femicidio, de violencias femicidas en general, suicidios femicidas, etc. Me parece que la violencia extrema es un problema que todavía sigue siendo muy muy grave en Chile”, indica.
Es un problema tan estructural la violencia contra mujeres que es difícil establecer como formas principales de violencia. La violencia es estructural y continua, porque además es una experiencia que nos atraviesa a lo largo de toda nuestra vida, independiente de nuestra edad. Está en la base en todas las instituciones de nuestra sociedad.
Por otra parte también nosotras sabemos que la violencia sexual constituye un problema gravísimo. Más aun en el ultimo año donde hemos visto muchas manifestaciones de violencia política sexual, que es una forma especifica de violencia sexual que se ejerce por agentes del estado con el fin de amedrentar y excluir a las mujeres de los espacios de decisión política y los espacios de poder.
Para nosotras el 25 de noviembre es un día fundamental de la memoria feminista, es un día que nace de las organizaciones feministas. Nos encontramos en un momento en que la organización feminista a nivel nacional a alcanzado ribetes bastante históricos. Hoy día las organizaciones feministas se han multiplicado a lo largo de todos los territorios y eso es algo muy hermoso de vivir pero al mismo tiempo nos supone un montón de desafíos.
Encaramos la convocatoria de este 25 de noviembre con mucho optimismo respecto de lo que las mujeres movilizadas podemos hacer. Me parece que ese ha sido el principal aprendizaje del movimiento feminista históricamente. Que nuestra movilización y nuestra fuerza es el único camino para poder conseguir las necesarias transformaciones que nos entregan una vida digna, una vida mejor.