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Madre remota, te siento de todas formas

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Entre covid-19, crisis sanitaria y polarizaciones políticas, el mundo está en continuo movimiento de cambios. En este relato realizado por una colaboradora brava, Leslie S. Castilo, narra de forma personal como su madre sobrevive al teletrabajo. Desde la lejanía, el amor y la complejidad de las relaciones humanas, vislumbra esta realidad que muchas de nosotras estamos experimentando.


Por Leslie S. Castillo

Mi mamá y yo hablamos poco. Desde siempre, ya que chocamos en una infinidad de cosas. Eso sí, últimamente siento la contrariedad de querer acercarme a ella pero no puedo dejar de lado mi cautela; también percibo que ella desea estrechar relación conmigo. De todas formas y por todo lo que ha pasado, nos estamos comunicando más seguido.

En este tiempo en el que sé un poco más de ella y de cómo está llevando su vida en la pandemia, me cuenta sobre el teletrabajo, la crianza de mi hermano pequeño de tres años y cómo van las cosas en general. Si bien siempre suena animada admite estar cansada físicamente; yo me pregunto si acaso ella no estará también agobiada ante tal estilo de vida. Yo no creo conocer a mi mamá realmente, somos muy distantes: en la infancia la quise mucho, apenas lo recuerdo; pero ciertos tratos, actitudes y puntos de vista posteriores sembraron una desconfianza. A pesar de todo lo anterior, constantemente percibo en ella esa ansia de libertad que yo misma poseo. No tiene más explicación que el afirmar que lo siento.

Si me limito a mi objetividad, sólo veo a mi mamá desde ese rol: de madre; ella está con mi hermanito todo el tiempo. Me cuesta verla como mujer. Incluso a mi misma me cuesta verme como mujer porque recién estoy empezando a cuestionarme la visión de mujer que tuve desde siempre. Mi mamá siempre ha sido mamá en mi perspectiva, por ende, es bastante impreciso que yo diga que creo que puede ser un “alma libre”.

Quisiera sorprenderme cuando me cuenta que la empresa para la que ella trabaja como secretaria sigue pagándole los bonos para traslado y colación como si fuera una cosa maravillosa, pero no lo hago. La vara es demasiado baja en Chile. A veces, me da la sensación de que nos convencieron de que nos están dando regalías. Cuando la realidad de los países desarrollados (aquellos hacia donde nos proyectamos) estas regalías resultan ser pisos mínimos para cualquier trabajo. Incluso aquellas labores que son altamente despreciadas en nuestra sociedad. 

Ella cree que deberíamos estar preparadas porque nada le asegura que seguirá trabajando allí.

El jueves pasado, preocupada, dijo que habían despedido a 60 personas en la compañía de seguros. Me cuenta que hace las capacitaciones dos veces para ver bien lo que preguntan y que a la tercera manda las respuestas. Tuvo que comprar un celular porque implementaron una aplicación para la modalidad remota que no le funcionaba en su teléfono antiguo. Este estaba todo trizado y con la mitad de la pantalla negra. A través de esa app la llaman durante el día y tiene que contestar con video. “No puedo llegar y salir, me pueden llamar en cualquier momento” dice. Si bien, no vivimos juntas he percibido un desempeño enorme de su parte con tal de conservar el trabajo. Hace lo que le piden en el momento, y entrega los documentos lo antes posible; ella cree que deberíamos estar preparadas porque nada le asegura que seguirá trabajando allí.

“Mi madre, hija de la dictadura”

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Ilustración de madre teletrabajando y cuidando a un menor de edad.

Mi madre, hija de la dictadura, nacida en febrero del 75. Que vendía volantines del NO hechos por sus manos a 10 pesos en las calles de Galvarino, que escuchaba Los Prisioneros en su juventud. No recuerdo haber escuchado algo de descontento social de su boca concretamente, así que tampoco me consta que su mentalidad cambió en este tiempo. No solemos hablar de esos temas. En la media yo era una peleadora compulsiva, sobre todo con el tema de la Dictadura, ella me seguía la pelea y después me muteaba.

Ahora quiero darle pequeñas opiniones entremedio de las conversaciones sobre asuntos sociales. Pero también me mutea, con la excusa de que no quiere pelear por tonterías. Mi mala forma influyó tanto que sigue pensando que voy a ponerme a los gritos. En realidad, sólo quiero conversar con ella, saber qué piensa, y si puedo hacerle ruido sobre algo lo intentaré desde la razón.

El otro día me preguntó si había visto sus libros de dibujo: tiene varios sobre técnica a lápiz y carboncillo, alguno de pintura. He estado llevándome cosas de su casa a la mía, pero esos libros de arte no forman parte del repertorio. Ella dibuja fantástico, tiene un don. Cuando iba en básica, me hacía dibujitos de Disney a la primera hoja de todos mis cuadernos. Le quedaban buenos a la primera, un nivel de similitud impresionante. Los coloreaba perfectos o me dejaba a mi.

Me fascinaba verla dibujar, y prefería que ella pintara los dibujos porque quedaban bellos y prolijos. Le pregunté si es que quería retomarlo y me dijo que sí, que siempre quiere. Eso me refuerza la sensación de que hay algo danzando dentro de mi madre. Pero entre la crianza, el teletrabajo y las labores domésticas, no ha encontrado momentos demasiado extensos. En cuanto tiene un espacio aprovecha para descansar.

Me interesa mucho que diga esas cosas, porque me causa curiosidad cómo sería si conviviéramos desde nuestros pasatiempos. Eso sí, hay mucho que zanjar antes de que eso pueda ocurrir. Me da la sensación que mi madre no sólo está atrapada en su rutina sino que también en su mentalidad. Por otro lado, no sé qué tan dispuesta está ella a escuchar y ceder su orgullo un poco; sin eso, dudo mucho que pueda tranzar y transicionar.

Ha cambiado mucho. Pareciera que se cumple la herencia de la hipertensión ya, fomentada por el embarazo. Sin embargo conserva una energía como jovial en su interior y en su mirada. Trata con mucho amor al bebé, y él lo refleja; su personalidad se ha vuelto más hiperactiva y salta a la vista que agota a mi mamá. Pero me parece que ella lo maneja bastante bien. Conmigo fue igual, según los vagos recuerdos que conservo. La relación se complicó una vez que yo crecí y la fase sigue más o menos en curso hasta hoy, pero pareciera que está llegando a su fin desde ambas partes.

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