¿Dónde y cómo se construye ese estereotipo de madre perfecta? ¿Cómo construir una sociedad conciliadora con la maternidad y la infancia? Esas fueron algunas de las preguntas que resolvió en esta entrevista la autora del libro Mamá desobediente. Esther Vivas busca romper el mandato de la maternidad pero al mismo tiempo darle valor a la práctica que hemos hecho durante siglos las mujeres.
En Mamá desobediente, una mirada feminista a la maternidad de Editorial Catalonia, la periodista y escritora española, Esther Vivas, hace un panorama completo sobre la maternidad.
A modo de ensayo y con fundamento en cifras y estudios, Vivas devela la realidad de la maternidad, incluyendo su propia experiencia como también, la colectiva.
A medida que avanzaba en la lectura me era imposible no recordar las experiencias de mis amigas, tías y abuelas. Mujeres que a pesar de amar a sus criaturas y querer ser madres, terminaban colapsadas física y mentalmente. Abrumadas por no poder alargar la lactancia ante la obligación de trabajar o tener que maternar solas sin una pareja.
Diversas vivencias que lejos de responder un estereotipo único de madre perfecta y superwoman, reflejan lo necesario que es romper con tabúes y naturalizar la infertilidad, la pérdida gestacional y la violencia obstétrica, por decir alguna de las temáticas que se narran en esta investigación periodística.
Este bestseller lejos de ser un libro de crianza materna es una reflexión, a veces muy íntima, sobre la maternidad, con las luces y sombras que esto conlleva. “Yo misma en el libro explico cómo tardé cinco años en tener ese hijo que tanto deseaba” dice la autora en este relato que pone en evidencia lo que las madres viven muchas veces con culpa, soledad o vergüenza.
Mamá desobediente es una invitación para pensar y colaborar en avanzar hacia una maternidad y lactancia feminista desde una perspectiva de derechos que reivindique el valor de la maternidad sin idealizarla. Por eso, este texto está dirigido no solo a madres, sino también a mujeres que no lo son, a padres, hombres, cuidadores, a cualquiera. Como señala la autora y una de las ideas centrales de este libro es que “la lactancia materna no es una responsabilidad individual sino colectiva”.
Revista Bravas conversó con la autora, Esther Vivas, quien ahora es todo un referente si de maternidades feministas se trata. Desde España a través de Zoom, nos cuenta cómo ha sido la recepción de su obra, las demandas feministas que han hecho eco en Chile y los nuevos desafíos que significa ser madres en tiempos de pandemia.
– Creo que aquí podríamos hacer un paralelismo con que también nos han vendido un ideal de amor romántico que es indeseable, tóxico y que hay que erradicar. Lo mismo sucede con la maternidad.
Nos han impuesto una maternidad que es inasumible, tóxica y romantizada. Un modelo de maternidad en que la mujer tiene que desaparecer tras la figura de la madre. Deconstruir este mito, despatriarcalizar la idea de maternidad, es fundamental para que como madres podamos tener una experiencia más satisfactoria.
– Es fundamental hablar de la maternidad real y empezar a romper una serie de silencios y tabúes que rodean la experiencia materna. Hay que hablar de que la maternidad no es fácil, que ser madre pone tu vida patas arriba. Entonces cuando llega el momento piensas que el problema eres tú, que lo estas haciendo mal, que no llegas a todo, pero en realidad la maternidad es esto. El problema es que nadie nos lo explica así.
También creo que hay tres grandes silencios en temas de maternidad. Por un lado la infertilidad, porque se espera que tú quedes embarazada enseguida y eso no siempre pasa. En segundo lugar la pérdida gestacional, ya que hay muchas mujeres que pierden a sus hijos o hijas estando embarazadas. Esto también va contra la lógica de lo que se espera.
Hay que señalar que la pérdida gestacional existe, que ahí hay un dolor para que esa mujer pueda superar ese duelo. En tercer lugar está la depresión postparto, porque se espera también que tú como mujer estés enamorada de tu bebé. La depresión postparto forma parte de la experiencia materna y no podemos negarla. Hay que visibilizarla para que las mujeres que la sufren puedan tener la ayuda necesaria.
– Para que podamos vivir una maternidad satisfactoria y sin culpa hay que cambiar necesariamente esta sociedad y este modelo económico. Este sistema es completamente hostil a la experiencia materna y a todo lo que significa ser madres.
Lo vemos por ejemplo con las licencias de maternidad que son muy cortas, con el hecho de que la violencia obstétrica forma parte estructural de la atención sanitaria en parto. También con un mercado de trabajo que hace incompatible criar y trabajar de manera remunerada.
Creo que es muy importante tener en cuenta que el contexto socioeconómico determina nuestra experiencia materna y que a menudo no somos las madres que queremos, ser sino que las madres que podemos ser en un contexto muy adverso. Es fundamental mirar la maternidad en esta clave política. El problema no es la maternidad, sino las condiciones en las cuales maternamos.
El problema es esta sociedad hostil a las madres, a la infancia, a la crianza, a la dependencia humana. Es hostil a aquello que es esencial a la reproducción de la especie porque niega, menosprecia e invisibiliza el trabajo de cuidados, que es esencial para la reproducción de la vida.
– Las redes sociales son también una oportunidad para hablar de la maternidad real, de todo aquello que se silencia. Nos permiten entrar en contacto con otras madres que están transitando la misma experiencia que nosotras y esto nos permite también generar red, sentirnos más acompañadas.
Por otro lado, es necesario una mirada interseccional a la maternidad porque la maternidad no solo viene atravesada por desigualdades de género, de que sea una tarea invisible, desvalorada y relegada exclusivamente a las mujeres, sino que también la maternidad viene atravesada por desigualdades sociales y de raza.
Hemos visto una gran hipocresía de esta sociedad que por un lado alaba la maternidad, como con esta festividad del día de las madres, al tiempo que le da la espalda a las necesidades de la maternidad. Alaba a esa madre sacrificada, abnegada y sin voz, mientras que silencia a esas madres que se quejan y reivindican derechos.
Aprovechar el día de las madres para reivindicar una maternidad plena de derechos, una maternidad elegida, una maternidad libre de violencias y de abusos, donde podamos vivir la maternidad sin culpa, donde podamos tener una maternidad plena y feliz, así como un parto y lactancia respetada. Defender a las madres es esto, no es alabar un mito de maternidad que en realidad es tóxico e indeseable.