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Moda sustentable: La batalla a favor del vestir ético y feminista

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Lo vintage y el reciclaje de ropa, que tan de moda están estos días, han dado paso también a la visibilidad del “fast fashion” y las lógicas explotadoras que financia este mercado. Revista Bravas conversó con dos jóvenes recicladoras textiles, sobre el intervenir prendas y sus impresiones acerca del mundo textil.

Muchas veces se asocia la moda a algo meramente estético o frívolo, y puede que a veces lo sea, pero esta mirada reduce e ignora los alcances que pueda tener un acto tan simple como comprar una prenda en alguna tienda del retail.

Al momento de escoger nuestro vestuario hay toda una acción política frente a una industria tan contaminante como lo es la textil, la segunda más contaminante solo después del petróleo. 

Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), la industria textil provoca el 10 % de las emisiones de carbono en el mundo y el 20 % de las aguas residuales. Mientras que los materiales, también tiene un alto impacto ya que “las fibras sintéticas, que están presentes en el 72% de nuestra ropa, están hechas de plásticos por lo que pueden tardar hasta 200 años en descomponerse”. Como recoge la organización Sustain Your Style.

La ONU a declaró al fast fashion como una emergencia ambiental fast fashion, por la manera de funcionar de este modelo de producción.

El “fast fashion” o moda rápida, se usa para referirse a la producción en serie y a bajo costo de prendas inspiradas en las últimas tendencias. Confeccionada con telas de baja calidad y pensada para no ser usada por más de una temporada.

Una forma de producción que se ha sostenido desde la industrialización, generando cifras millonarias para empresas transnacionales para asegurar ropa a bajo costo. Pero ¿A costa de qué?, ¿Cuánto impacto ambiental tiene la ropa que llevo puesta?, ¿Cuánta ropa he comprado en mi vida y dónde terminará esta?.

El futuro es la economía circular - recuprenda.es
Imagen de recuprenda.es

Para tener una aproximación, al producir una camisa de algodón se necesitan alrededor de 2700 litros de agua, según el World Resources Institute. Eso si vemos de forma individual, pero pensemos en colectivo y las cifras solo parecen más abismantes. Se estima que de acuerdo a las tendencias de consumo actuales y las perspectivas de crecimiento, el consumo de agua, las emisiones de CO2 y la generación de residuos aumentarán entre 50 y 63% a 2030. Datos señalados en el informe Pulse of the Fashion Industry de Global Fashion Agenda y Boston Consulting Group.

Pero los efectos que genera esta forma de producción, tal como la conocemos actualmente, propicia también un consumo que no cuestiona prácticas, materiales, ni a dónde irá a parar lo que compran. Y es que la ropa al parecer es considerada un bien desechable para la mayoría de las personas. Según Plenitude: The New Economics of True Wealth de Juliet B. Schor, los estadounidenses, por ejemplo, consumen tres veces más que sus antepasados ​​hace cincuenta años, y compran el doble de prendas que hace veinte años. En 2007, estaban comprando 67 artículos cada año, algo así como una prenda nueva cada cuatro o cinco días.

El sistema de moda rápida ha distorsionado nuestro sentido de valor, de valor a los objetos y sus historias, del valor del trabajo que hay detrás de la ropa y los múltiples procesos que hicieron de la materia prima la prenda que puedes vestir hoy.

Pero de forma subversiva aparecen artistas y artesanas. Ellas ven en la reutilización textil no solo un oficio, sino más bien una herramienta para la expresión.

Recicladoras textiles: la máquina de coser una trinchera y el vestir un acto político


El Upcycling hace referencia al neologismo de los conceptos reciclar (recycling) y mejorar lo que ya tienes (up). Y ha tomado cada vez más notoriedad dentro del reciclaje y el mundo de la moda. Una forma sostenible para transformar prendas y darles nuevo uso, que también implementa Melisa Lantadilla, actriz de profesión que da vida a la marca GallaNegra.

Comenzó comprando ropa y vendiendo por redes sociales, pero dice que la ropa usada y el modificar el vestuario siempre fue lo suyo.“Con mi marca también trato de generar esa conciencia y de invitar a la gente a expresarse de una manera individual, de no tener miedo de vestir diferente”. Agrega Melisa sobre este proyecto que tiene hace más de dos años y en el que continúa creando ahora desde Alemania.

En GallaNegra, además de experimentar una faceta artística, con el Upcycling también ve una forma de contrarrestar los alcances negativos que tiene la industria del vestuario. Sostiene que como nos vestimos y escoger nuestra ropa son desiciones 100% políticas, “sobretodo porque hay un tema feminista detrás de esto. Si nosotras seguimos consumiendo en el fast fashion por ejemplo, o si no tenemos consciencia de lo que hay detrás de la ropa que usamos, estamos perpetuando un sistema de explotación hacia mujeres” señala Melisa. 

Assorted Cloth Lot

Y es que para precios baratos mano de obra barata. La moda no sale de esta lógica explotadora que tiene como víctima rostro de mujer. Según Fashion Revolution, cerca de 75 millones de personas trabajan directamente en la industria textil y moda, y alrededor del 80% son mujeres. Muchas veces víctimas de abuso verbal y físico.

“Moda igual creo es algo demasiado superficial, el término está demasiado manoseado y se han cometido muchos crímenes en nombre de la moda. Prefiero hablar del vestir”, cuenta Francisca Gajardo, conocida por su marca ecoamigable Y.A.N.G (You Are The Next Generation).

Entre telas, formas, colores y estampados se sumerge para dar vida a sus creaciones. La primera colección “Ageless Warriors” fue presentada en una pasarela por ModaCL y tenía un sentimiento esperanzador. Mientras que para la segunda detalla que “habla un poco de que cuando la humanidad se ve amenazada, la solución es simple: o evolucionamos o nos extinguimos”. 

Una solución que ha encontrado Francisca para ser aún más sostenible su trabajo, es la técnica del zero waste cutting (corte sin desperdicio). Esta técnica la ha podido profundizar en lo que ha aprendido durante estos últimos meses en Europa. Además intenta compilar en un libro en el que está trabajando. Aquí integraría metodologías y conceptos para poder reciclar de una manera mucho más eficiente sin generar basura. Francisca sostiene que “la moda representa todo lo que es esta industrialización, producción masiva, la violación del artesano. Una forma de violencia que se representa en distintas formas y modelos. La moda nunca va a ser transparente”.

Revolución ante un modelo criminal 

El 24 de abril de 2013, fue un día que remeció la industria de la moda y marcó un precedente. En Dhaka, Bangladesh fue la catástrofe del edificio Rana Plaza, donde murieron 1133 personas y más de 2.500 personas resultaron heridas. Este edificio de ocho plantas funcionaba infringiendo las normas mínimas de seguridad y albergaba cinco fábricas de confección, proveedoras de una treintena de marcas europeas y americanas de ropa.

Tras esta tragedia, que dio visibilidad a la preocupante situación de quienes trabajan en la industria de la ropa, nació Fashion Revolution. Un movimiento que ha tomado cada vez más fuerza. Este tiene por objetivo promover un concepto de la moda más justo, seguro, limpio y responsable. 

Why do we need a Fashion Revolution? : Fashion Revolution
Imagen de fashionrevolution.org

Según Forbes, compramos aproximadamente 100 billones de prendas nuevas. Mientras el modelo capitalista continúa creando falsas necesidades para generar millonarias ganancias se continúan perpetuando vulneraciones y practicas laborales explotadoras. Al menos 36 millones de personas están viviendo algún tipo de esclavitud en la industria, según Investigaciones de Fashion Revolution.

Ese día se instala como el Fashion Revolution Day, un día anual para canalizar la preocupación por la situación de la industria de la moda y no permitir el olvido de las víctimas del Rana Plaza y todas las otras tragedias que ha encubierto este mercado. 

Esta organización que tiene presencia en más de 100 países, también instala el Fashion Revolution Day, a partir de las víctimas del Rana Plaza. Durante una semana se realizan talleres, congresos y otras actividades para concientizar sobre los alcances que tiene la industria textil. Pablo Galaz, director ejecutivo de Fashion Revolution Chile, comenta que “hay 101 procesos que intervienen en la fabricación de una prenda, desde la cosecha de plantas para fibra cruda, hasta el procesamiento y acabado de hilos textiles, una realidad que no se muestra y es poco conocida”. 

Desde la organización señalan alarmados que en Chile el desafío es aún mayor. “La falta de transparencia de las empresas locales impide conocer cuánto y en qué forma son dispuestas las mercancías que no son vendidas, nada de esto aparece en informes financieros ni reportes de sostenibilidad. Además, no tienen un sustento en una estrategia clara de ciclo de vida de los productos, ni modelos de negocio de economía circular que los respalde” explica Pablo.

Frente al fast fashion, es que tendencias como el Upcycling o el slow fashion parecen aún más necesarias. Esta última alternativa incentiva a tener un consumo de prendas de mejor calidad, con características sostenibles y de fabricación artesanal. Pero además de estas opciones, desde la organización también proponen interpelar a las tiendas del retail y marcas conocidas. El principal lema de las campañas de Fashion Revolution es ¿Quién hizo mi ropa?.

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